Los que desprecian el señorío

Los que desprecian el señorío

Cómo ser libre de la tiranía de la falsa doctrina y disfrutar de la plena salvación en Cristo Jesús

2 Pe 2.9-10 «sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio; y mayormente a aquellos que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia e inmundicia, y desprecian el señorío»

Judas 8 «No obstante, de la misma manera también estos soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman de las potestades superiores»

v. 16 «Estos son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho»

Ef 1.4 «según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él»

¿Por qué es tan peligroso el Mirandismo?, la doctrina de Miranda enseña que no hay pecado, que de hecho no existe, y como explicaba Martita Roca ante las cámaras de TV, matar está mal, porque hay leyes en contra de eso. Es decir, una persona puede cometer asesinato, y será culpable ante las autoridades, pero no ante Dios, porque (según Miranda) el pecado no existe. No somos moralmente responsables, sí, tal vez recibamos malas consecuencias de nuestros actos, pero Dios no nos los reprochará, ¿abusaste de niños?, ¿robaste en tu empresa?, no importa, Dios te ve perfecto, no hay juicio, reproche, castigo, ¡no hay pecado!.

Despreciando el señorío

Es por eso que en las congregaciones de Mirandistas a menudo y lo cito en palabras de Miranda «se dan cositas entre nosotros, pero no como la iglesia católica, que abusan de niños». Es habitual que un marido abandone a su esposa para irse con una mujer (generalmente del Mirandismo), da igual cuanto dolor produzca su adulterio, o las consecuencias en sus hijos.

Tal vez sea ese parte del éxito del Mirandismo, una doctrina así, que enseña a «despreciar el señorío» de Cristo (2 Pe 2.19) atrae a los carnales, a aquellos que ni aman ni temen a Dios, sino que sólo quieren dar rienda suelta a sus deseos no regenerados. Aquellos que no soportan la doctrina de Cristo, esa doctrina que enseña que Cristo viene para ser Señor de todo, que Cristo Jesús tiene plenos derechos para decirnos cómo debemos vivir, la ley de Cristo (Gal 6.2) es superior a la ley de Moisés y exige de todo creyente su cumplimiento.

Una característica de los falsos maestros de los últimos tiempos es que estos maestros enseñan en las iglesias que no es necesario someterse a Cristo. Despreciar el Señorío es quitarle a Cristo los derechos que tiene sobre el creyente, que es propiedad exclusiva del Salvador. Hemos sido salvados, pero no para vivir según nuestros deseos, sino para que los que viven, ya no vivan más para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos (2 Co 5.15).

La gravedad de despreciar el señorío.

¿Cómo es de grave despreciar el señorío?, el texto afirma que es «seguir la carne», es decir, abandonar a Cristo. Una persona que ha nacido de nuevo recibe una nueva naturaleza, al ser unido al Señor, Cristo le exige renunciar a la carne y sus «deseos engañosos» y andar en los deseos de su nueva vida (Ef 4.11). Imagina por un momento, separarte de los brazos del salvador para ir en pos del mundo, despreciar la cruz de Cristo y sus terribles sufrimientos del Salvador por el pecado para volver a caer en los pecados que llevaron a Cristo a pagar el precio.
Una persona que desprecia el señorío de Cristo de forma persistente, que no muestra desprecio al pecado (lo cual no quiere decir que peque nunca) y que justifica sus caídas, es una persona que muy probablemente no sea salva. La salvación se muestra por ciertas evidencias, el nuevo nacimiento es un hecho espiritual que supone un cambio en el ser humano, que aunque aún conserva su naturaleza caída, ha sido vivificado espiritualmente y es una nueva criatura en Cristo Jesús.

Falsos maestros que esparcen muerte y daño espiritual.

Por lo tanto, todo predicador que enseña a despreciar el señorío, está predicando condenación a los que lo oyen, y dará cuentas a Dios por las almas de los que se pierdan, y como falso maestro recibirá un juicio más riguroso.

Miranda y sus asociados predican una perversión de las doctrinas de la Gracia, la predestinación y la expiación. Su doctrina es dañina porque lleva a otros a pecar. Basta con leer en algunos foros el daño que hace a familas, padres que vuelven a casa ebrios y repiten que ellos son «salvos, siempre salvos, perfectos para siempre», maridos que abandonan a sus mujeres. Todo eso son las CONSECUENCIAS FATALES DE PREDICAR EL DESPRECIO DEL SEÑORÍO DE CRISTO.
Y es que, cuando uno se aparta de los mandamientos de Dios, toma el camino del mundo, obedece a los deseos engañosos de la carne, se está perjudicando a sí mismo, uno cosecha lo que siembra, y si siembra para la carne, segará muerte, dolor, pérdida económica, relaciones rotas, trabajos perdidos, vergüenza y humillación públicas, y en lo espiritual tendrá daños permanentes.
Cuando Cristo viene a salvar al ser humano lo hace al completo, no sólo salva su «alma» o su «espíritu», sino que viene a restaurar su relación perdida con Dios, a buscar reconciliación y paz en sus relaciones personales, en su familia, en su matrimonio, viene a hacer de la persona alguien que ama y busca la verdad, que trabaja con honradez y tesón, que es amable, justo y misericordioso con los demás. Cristo viene a traer salvación a tí, y a extender esa salvación en cada área de tu vida.
No es eso lo que enseñan los predicadores del desprecio del señorío.
Ahora consideremos la vida de alguien que ha recibido la falsa enseñanza de Miranda, consideremos cómo esas doctrinas que ellos tienen por revelación dañan y perturban casas enteras:

Cómo la falsa doctrina destruye a una persona y a una familia, un caso que bien podría ser real

Una persona se acerca, con curiosidad, o por invitación a un calqueo. La enseñanza torcida de Miranda penetra en su mente y razona así: «el pecado fue quitado significa que no tengo nada que temer, el pecado no me puede dañar porque soy un espíritu perfecto».
Esa persona llega a su casa reforzada en su engaño, y conforme pasan las semanas la mentira del desprecio se hace más fuerte en él.
Un día, a la salida del trabajo unos compañeros lo invitan a tomar unos tragos. Aunque tal vez esa persona tuvo problemas con la bebida, razona así «soy perfecto, no tengo nada que temer, y no hay pecado, ¿por qué no?». Así que acompaña a sus amigos, algunos de ellos beben de más, pero él no, toma un par de copas y vuelve a casa pensando «ciertamente soy libre, no hay nada que temer». Al día siguiente vuelven a invitarlo, y ese día toma algo más de dos copas, con todo, no llega a casa borracho, sino un poco alegre. Está eufórico con la perversión de la doctrina de la Gracia.
Esa misma semana escucha a Miranda hablar del «polvito blanco» que hacen en Colombia, y también oye en la congregación que si CEG se queda con Colombia legalizarán la cocaína. También escucha bromas acercas de los traguitos que el apóstol reconoce tomar con todas las botellas de licor que sus fieles le regalan en sus viajes. Es más, el apóstol reconoce que no pasa nada, y que muchos tienen alguna «cosita» con esto del trago.
La semana siguiente es el cumpleaños de un compañero del departamento de contabilidad, se jubila y harán una fiesta, y nuestro amigo está decidido a ir. Aquella noche lo pasa en grande, sin temor al pecado y olvidando el precio que Cristo pagó por el pecado nuestro amigo bebe en demasía, a la mañana siguiente recuerda haber hecho cosas muy locas, bailar, contar todo tipo de chistes, y flirtear con algunas compañeras del trabajo.
Su esposa, con preocupación le pregunta que por qué llego tan ebrio anoche, él, responde: «Tranquila, soy un espíritu perfecto, un dios, mi apóstol, padre y dios me ha enseñado que no estoy bajo la Ley, el pecado ha sido quitado».
Se da cuenta que su esposa empieza a parecerle un poco entrometida, ¿qué sabe ella de la Gracia y el evangelio tal cual ha sido revelado en las epístolas de Pablo?.
Un Sábado en un concierto de net gracia nuestro amigo lo pasa en grande, baila y conoce a una bella señora, también del ministerio, con quien tiene la oportunidad de bailar, y de quedar a tomar café. En dos semanas se están viendo a menudo, se llaman por teléfono, y nuestro amigo miente a su esposa diciéndole que tienen mucho trabajo en la empresa. ¿Acaso se siente culpable?, ¡no!, además, ¿culpable de qué?, razona consigo mismo, el pecado ha sido quitado, ya no hay condenación, tengo perfecta libertad, la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
A finales de mes, nuestro amigo y la señora que conoció en el concierto quedan en un discreto hotel donde tienen el primero de muchos adulterios. Y nuestro amigo, empieza a pensar en abandonar a su mujer, que dicho sea de paso, cada día está más pesada recordándole lo mucho que ha cambiado desde que trajo a casa un CD con un calqueo.
A finales de año nuestro amigo se ha casado, él cree que se siente feliz, pero lo cierto es que a su paso ha dejado un camino marcado por el dolor, su primera esposa está sola y con el corazón roto, la situación económica es peor porque tiene que trabajar para completar los gastos de casa, y los dos hijos de nuestro amigo no entienden nada de lo que ha ocurrido.
Así es la doctrina de Creciendo en Gracia, maldición para cuantos la siguen.

Qué hacer si estás atrapado en las mentiras de Miranda.

Lo primero: has sido engañado por un hombre sin escrúpulos. Este hombre no es quien dice ser. Dice que es Jesucristo, pero sólo es un hombre que cambia de esposa a menudo, vive en mansiones, conduce autos muy caros, ese hombre NO TIENE NINGUNA AUTORIDAD SOBRE TÍ, ni sobre nadie, sus amenazas sobre los que abandonan su «ministerio» son cortinas de humo, allí no hay cobertura angelical, porque la única cobertura angelical existe sobre los que se han refugiado en Jesús, Quien es la escalera de Jacob, Aquel que ha sido entronizado por encima de toda potestad, en esta tierra y en el mundo espiritual.
Abandonar el Mirandismo y ser librado de sus falsas enseñanzas implica dejar el señorío de Miranda en tu vida, él no tiene derecho a ser nombrado como Jesucristo, ni a recibir el honor y la Gloria que sólo corresponden al verdadero y Único Cristo Jesús. A la vez que rechazas el señorío de Miranda debes aceptar el señorío de Jesús en tu vida.
La diferencia entre el señorío de Miranda y el señorío de Jesucristo es abismal. Miranda quiere tu dinero, básicamente, aparte de tus aplausos y tus «te amo papi». Cristo Jesús quiere más que eso, te quiere a tí, y su señorío sobre tí es la máxima bendición a la que puedes aspirar, mucho mejor que la «cobertura angelical».
Tomar a Jesús como tu Señor y Salvador es la dicha mayor que hay sobre la tierra, es disfrutar de perfecta paz con Dios, el completo perdón de pecados, la Justicia de Cristo como tuya propia, entre otras cosas, ¿puede Miranda ofrecerte eso?, ¡Jesús lo ofrece gratis!.
¿Cómo puedes salir de la tiranía del Mirandismo y disfrutar de la plena salvación en Cristo Jesús?, ora a Dios, exprésale en tus propias palabras que recibes a Cristo: «Amado Padre, en el día de hoy abandono la falsa doctrina de Miranda y rechazo a Miranda como Cristo y apóstol, acepto a tu Santo Hijo Jesús como mi Señor para toda mi vida, y como Salvador, dame tú, oh Padre, todo lo que Cristo ganó en la cruz, lo recibo también como mi perfecta Justicia ante tí, y dame el poder para vivir esta nueva vida en Tí».
Lo siguiente que tienes que hacer leer por tí mismo las Escrituras, comienza por el libro de Mateo, y continúa con todo el Nuevo Testamento, medita cada día en las Escrituras y ora a Dios para que te dé entendimiento de lo que lees, y la oportunidad de aplicarlo.
Busca una iglesia que crea la Biblia como la Palabra de Dios infalible, a Cristo como único y suficiente Salvador, y la Gracia de Dios en Cristo como el único camino para la salvación. Reúnete con tus hermanos, aprende de los dones, descubre cuales son tus dones y úsalos. Recuerda que ninguna iglesia local es perfecta, aunque encuentres cosas que te desagraden también tú tienes cosas que desagradan a otros, aprende, como dice la Biblia, a sobrellevar las cargas de otros, sus imperfecciones, y a ser amable y paciente con todos.

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